Hoy ha sido mi despedida oficial
de Hamburgo. Para los que se pregunten por qué tan rápido, es más porque
necesitaba ir a un par de sitios obligados (partes que me faltaban por ver de
St. Nikolai y St. Michaeli), preferí aprovechar
hoy e ir con calma, porque sabía que no me podía ir sin hacer esas visitas. Ha
sido maravilloso, era como sentir que la ciudad entera se había confabulado
para despedirnos a lo grande, como dos tontos enamorados o dos grandes amigos
que se dicen hasta pronto.
St. Michaeli me faltaban las
catacumbas, pero me fijé en el combi. No entendí ni en inglés la otra palabra,
hasta que le pregunté a la taquillera: elevator, ascensor. ¡La madre, que era
para subir a la torre! La torre de St. Michaeli son unos 106 metros de altura,
es el edificio más alto de Hamburgo y da vértigo (algún día tendré que narrar
aquí esa terrible lucha que tuve contra la lanzadera, una atracción del parque
de atracciones de Madrid), pero fue precioso, como ver algunos restos de la
antigua catedral en las catacumbas (que, al loro, ¡se quemó a causa de un rayo!
Sobrevivió al incendio de Hamburgo y le cae un rayo…). Me encantó el lugar, es
perfecto para un relato, aunque no sé si de terror.
Pero lo primero fue St. Nikolai,
un lugar que me robó el corazón. Me acerqué porque creí que estaba las
catacumbas, pero no, era un museo con restos de la catedral, incluyendo las
vidrieras (una preciosidad). Aquí he vivido uno de los momentos más mágicos de
mi vida, pero antes de explicarlo, voy a contar un poquito de historia.
St. Nikolai fue construida en el
s. XVIII, fue durante unos años el edificio más alto de Europa, pero en el s. XIX quedó muy dañada por el incendio de
Hamburgo. La reconstruyeron, vaya si lo hicieron (la torre no sufrió tantos
daños), pero después, en el 1943, con la operación Gomorra de los aliados,
Hamburgo volvió a ser destruida. St. Nikolai prácticamente arrasada salvo la
torre (porque los aliados usaban la torre para orientarse en sus bombardeos).
Si os acercáis a verla, hay paredes en pie, pero lo que impresiona es ver toda
la torre negra a causa de lo vivido, aguantando estoica.
Pues bien, no sabía que con la
entrada al museo, había posibilidad de subir a la torre de nuevo. ¡Dios,
vertigazo enorme! Ya subí cuando vino mi familia y lo pasé mal, precioso, pero
mal. Ahora bien, me negué a perder esa oportunidad, es más, agradecía poder volver
a subir (masoca que es una).
Y allí estaba, en ese coloso
negro, mirando una ciudad que me había enamorado por sus rincones maravillosos
(esos que no salen en guías), el río, las iglesias, todo… en soledad, como era
la hora de comer, no había nadie arriba, a casi 80 metros de altura. No pude
evitarlo, cogí el mp3 y puse “Bohemian Rhapsody” de Queen. Me pareció que esa
torre y la historia narrada en la canción eran, a un modo peculiar, la misma
historia. A pesar del vértigo, me puse a cantar la canción entera, moviéndome
por el espacio estrecho que hay allí arriba, con el viento queriendo bailar
conmigo.
Echaré de menos esta ciudad, que
es tan mágica, pero sé que solo nos decimos hasta luego, que volveré algún día
para reencontrarnos como dos viejos amigos.
Hala, tiene que haber sido super bonito :) ¡Seguro que vuelves!
ResponderEliminarmenso mal que ya te enteraste, que tuiti no ayuda XD. Besotones. Xa-LFDM
ResponderEliminar